“Vivir hasta el último aliento”
Todos soñamos con vivir plenamente, pero ¿qué pasa cuando la enfermedad nos roba la dignidad? La Ley Trasciende busca responder a esa pregunta, poniendo en el centro la voz de quienes enfrentan el dolor crónico e incurable.
La Ley Trasciende no es un debate religioso ni político, es un asunto profundamente humano. Habla de dignidad, de libertad y de compasión hacia quienes viven con enfermedades crónicas y degenerativas o padecimientos que no dejan espacio a la esperanza de estar sanos.
Hablar de la muerte no es sencillo. La mayoría de las veces la evitamos, la escondemos detrás de rituales o silencios incómodos; sin embargo, para quienes viven con una enfermedad crónica avanzada, la muerte deja de ser un tabú y se convierte en una presencia constante, que respira de manera cotidiana, día tras día. La Ley Trasciende surge como una respuesta a esa realidad: reconocer que no solo tenemos derecho a vivir dignamente, sino también a morir con dignidad.
Pensemos por un momento en quienes dependen de una máquina, de una cama de hospital o de un tratamiento interminable para prolongar su existencia. Viven días que, más que vivirse, se sobreviven. Horas que se confunden entre dolor, cansancio y la angustia de saber que no hay cura posible. Y, a pesar de ello, sus voces muchas veces son las menos escuchadas.
La Ley Trasciende busca cambiar esa narrativa. Pretende abrir la posibilidad de que quienes sufren de manera irreversible tengan la opción de decidir cuándo y cómo despedirse. No se trata de rendirse ni de “quitarse la vida”, sino de elegir la manera en que se quiere cerrar un ciclo que ya no ofrece calidad, solo prolongación del sufrimiento.
Hablar de muerte digna es hablar de empatía. Es comprender que cada historia es única, que lo que para unos puede parecer un milagro, para otros puede ser una condena. Es reconocer que nadie debería ser obligado a soportar un dolor que considera insoportable. Y es también entender que elegir no es un acto de desesperanza, sino un ejercicio de libertad.
Uno de los mayores obstáculos para comprender esta ley es el prejuicio. Se suele mirar desde juicios morales o religiosos que reducen la discusión a un “sí” o “no”. Pero más allá de credos, la pregunta esencial es: ¿qué haríamos nosotros si estuviéramos en la cama del paciente? Si el cuerpo ya no responde, si la ciencia ya no ofrece salidas, ¿tendríamos derecho a decidir cómo queremos partir?
La Ley Trasciende invita a la sociedad a ampliar la mirada. A dejar de ver la muerte como fracaso y reconocerla como parte natural de la vida. Así como defendemos el derecho a la educación, a la salud o a la libertad de expresión, también debemos defender el derecho a una despedida sin tortura.
Más allá de lo legal, este tema toca fibras íntimas: el miedo, la impotencia, la frustración de quienes no encontramos alivio. Pero también abre la puerta a la esperanza de que exista un camino más humano, donde los últimos días no estén marcados por la desesperación, sino por la serenidad de una elección propia.
La voz de los familiares y cuidadores
La enfermedad no afecta solo a quien la padece, sino también a quienes lo rodean. Son las madres, esposos, hermanos, hijos y amigos quienes se convierten en cuidadores, muchas veces sin preparación ni recursos, cargando con el peso físico y emocional del dolor ajeno.
Ellos acompañan noches en vela, sostienen tratamientos interminables y viven el duelo anticipado de ver cómo la persona que aman se apaga lentamente. También enfrentan la impotencia de no poder aliviar el sufrimiento y la contradicción de querer que la vida continúe, pero al mismo tiempo desear que el dolor termine.
La Ley Trasciende también les habla a ellos. Les ofrece la posibilidad de despedirse sin la culpa de haber prolongado innecesariamente el sufrimiento de su ser querido. Les da la tranquilidad de saber que respetaron su voluntad y que pudieron acompañar su partida con amor y no con angustia. Cuando un paciente elige morir dignamente, también libera a su familia del peso de decisiones dolorosas que, de otro modo, quedarían sobre sus hombros.
Este aspecto humano, tantas veces ignorado, es central para comprender que la muerte digna no es solo un derecho individual, sino una forma de cuidar a toda una red de afectos.
La Ley Trasciende no busca promover la muerte, sino devolverle dignidad a la vida. Invita a la reflexión sobre cómo queremos ser tratados cuando la medicina ya no pueda salvarnos, pero sí acompañarnos.
Morir con dignidad es un derecho humano que transforma la impotencia en ilusión, el miedo en esperanza y la resignación en libertad. Es reconocer que el amor hacia la vida también se manifiesta en el respeto a la voluntad de quien decide cómo despedirse.
Hoy, como sociedad, tenemos la oportunidad de romper el silencio y abrir un diálogo valiente. De escuchar a los pacientes, a los familiares y a los cuidadores que claman por humanidad. La Ley Trasciende nos interpela a todos: no se trata de “ellos”, se trata de nosotros, de cómo queremos que nos acompañen en el último tramo de nuestra existencia.
El llamado es colectivo. Porque construir un país más humano implica garantizar que cada persona pueda vivir —y morir— de acuerdo con su propia dignidad. Y en esa construcción, la empatía, la compasión y la libertad son los cimientos que nos harán trascender.

Lo esencial de la LEY TRASCIENDE
¿Qué es?
Una iniciativa que busca garantizar el derecho a una muerte digna para pacientes con enfermedades crónicas, degenerativas o incurables.
Principios clave:
❤ Respeto a la voluntad del paciente.
❤ Libertad de decidir cómo y cuándo despedirse.
❤ Evitar sufrimiento físico y emocional innecesario.
❤ Apoyo a familias y cuidadores en el proceso.
¿Por qué es importante?
★ Humaniza la atención médica.
★ Reconoce la muerte como parte natural de la vida.
★ Abre un diálogo social sobre empatía, dignidad y libertad.
Más allá del debate
No es un tema religioso ni político: es un derecho humano que coloca la compasión y la autonomía en el centro de la conversación.
PRO Chihuahua es una plataforma donde líderes de opinión y expertos comparten sus conocimientos y opiniones.
Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor.
								
								
						












